Crisis de popularidad de la docencia argentina entre huelgas y malas notas

EFE | Cristina Terceiro | Buenos Aires, 22 dic 2018

Argentina es el quinto país del mundo que menos valora a sus docentes, según un reciente estudio de la Fundación Varkey, un dato que se suma a la crisis que atraviesa el sistema educativo local, con huelgas constantes, docentes multitarea mal pagados y alumnos que no aprenden.
El Global Teacher Status Index 2018, que por primera vez incluye Argentina, sitúa al país en el puesto 31 de 35 en cuanto a la percepción que la sociedad tiene de sus docentes, el segundo peor dato de América Latina, solo por detrás de Brasil, que ocupa el último puesto.
En la cima del ránking se encuentran China e Indonesia.
“El informe no da cuenta de las razones por las que el estatus del docente es tan bajo. Lo que sí muestra, por primera vez, es que existe un vínculo directo entre el estatus de los maestros y el rendimiento del alumno, según las mediciones de PISA. Este es el punto central”, explicó a Efe el director del capítulo local de la Fundación Varkey, Agustín Porres.
Argentina, que fuera líder regional en educación, ve ahora cómo los datos de sus vecinos le adelantan mientras en su territorio se cuestiona la calidad y la desigualdad educativa, la inclusión y la remuneración de los profesores.
El estudio revela además que los profesores de este país trabajan más horas por semana de lo que estima la sociedad. En concreto, 12,5 horas más, solo superados por los peruanos en la clasificación.
Por eso, para Porres, los factores que intervienen en “la configuración del imaginario colectivo sobre los docentes” va más allá de lo que estos “hagan o dejen de hacer”.
El vasto territorio argentino acumula casos de profesores que suman tareas no pagadas a su jornada y los transforma, por momentos, en transportistas de sus estudiantes, cocineros, conserjes e incluso psicólogos en escuelas con contextos más complejos.
Ahí el docente es una especie de “súper hombre”, como apunta el presidente del proyecto Educar 2050, Manuel Álvarez Trongé, “que asume una serie de funciones que lo exceden”, y los contenidos académicos pasan casi inevitablemente a un segundo lugar.
Para Álvarez Trongé, la crisis de popularidad que atraviesa esta profesión “se ha incrementado con las falencias que la gente empezó a detectar en el sistema, especialmente por incumplimiento de los días de clase”.
“Cuando tienen 50 días de paro como tuvo Neuquén (sur) o en su momento Santa Cruz (sur), que tuvo el año pasado más de 80 días sin clase (de los 180 que dicta la ley), evidentemente esto causa un desprestigio muy grande en la función del maestro”, prosiguió.
Se refiere a las múltiples huelgas docentes que se replican por todo el territorio en reclamo de mejoras salariales para paliar los efectos de la inflación, que este año ascenderá en Argentina al 47,6 %, según analistas consultados por el Banco Central.
El experto habla además de la “deuda educativa” que tiene la nación con sus alumnos, por la falta de infraestructuras que “imposibilita que un 35 % de los niños acceda al sistema” y por los datos que apuntan a que apenas la mitad de los que logran ingresar termina su formación.
El problema es todavía más grave, según el titular de Educar 2050, pues las pruebas internacionales de medición del conocimiento indican que, de los jóvenes que finalizan sus estudios, “aproximadamente el 70 % no aprende”, es decir, no puede resolver un ejercicio simple de matemáticas y tiene enormes deficiencias en comprensión lectora.
Este contexto ha impulsado a muchos padres a movilizarse por el “derecho a aprender” de sus hijos.
“Es impactante irse a trabajar y dejar a los hijos durmiendo mientras todo el mundo continua con sus actividades. Es una sensación de pérdida de tiempo e impotencia para nosotros como papás”, explica Gabriela, maestra e integrante de la agrupación Padres en acción por la educación argentina, de Mendoza (oeste).
“Un niño que empezó en 2013 el secundario y terminó en 2017, en el mejor escenario posible, tuvo tres años de clase de los cinco que debería haber tenido. Uno se lo comió la construcción del calendario escolar y el otro se lo comieron los paros”, lamentó por su parte Enrique Specogna, un padre movilizado contra la “desidia” de la Administración y que reclama que se declare la “emergencia educativa” en su provincia, Neuquén (sur).
Pese a todo, los argentinos puntuaron su sistema educativo con un 5,4 sobre 10, el mejor resultado de América Latina en la encuesta de Varkey.
Este curso ya terminó, para muchos alumnos con contenidos todavía pendientes; el problema es que en marzo el sistema volverá a jugar con la educación de miles de niños.


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