El peso del poder y la justicia afectan a Macri y a Cristina Fernández

El peso del poder y la justicia afectan a Macri y a Cristina Fernández

EFE | Cristina Terceiro | Buenos Aires | 20 ago 2016

Las consecuencias de desempeñar un cargo público de primer nivel se trasluce de forma evidente en el aspecto físico de los dos líderes políticos argentinos que copan la actualidad del país, el presidente Mauricio Macri y la exmandataria Cristina Fernández (2007-2015), tras meses de cambio en sus vidas.

Macri y Fernández; ambos llenan a diario las páginas de actualidad del país.

El primero por sus continuas intervenciones y anuncios en diferentes partes del territorio nacional que le obligan a mantener una exhaustiva agenda pública con la que, de algún modo, paliar las consecuencias de los ajustes en su popularidad.

Fernández, por su parte, por los múltiples casos judiciales en los que se ha visto envuelta y que implican directamente a exaltos cargos de su Gobierno en complejas tramas de presunta corrupción cuya sombra sobrevuela la propia figura de la exmandataria y de sus hijos, Máximo y Florencia Kirchner.

A pesar de las apariencias, el deterioro físico de ambos es evidente.

Un Macri desmejorado físicamente, más delgado y con varios achaques de salud, como fueron la operación de su rodilla, una fisura en su costilla y la arritmia cardíaca que padeció en estos meses, dan buena muestra del estrés que le genera el cargo, que asumió en diciembre pasado.

“Si uno ve sus fotos anteriores a su asunción, ocho meses después se nota el peso del trabajo y las presiones que implica su cargo. Está claramente desmejorado”, dijo a Efe el experto en comunicación no verbal Sergio Rulicki.

El especialista sostiene que el actual jefe del Estado tiene “un temperamento emocionalmente intenso” que intenta controlar la mayor parte del tiempo, posiblemente por su ascendencia calabresa.

Rulicki recordó una de las frases del padre del propio presidente, el empresario italiano Franco Macri, quien aseguró en un libro biográfico que su cultura les lleva a “guardar” y a no hablar de sus sentimientos.

Algo a lo que el mandatario argentino hizo frente, según el analista, con muchas sesiones de entrenamiento que denotan una clara evolución, “más expresividad y empatía”, desde el inicio del desempeño público al frente del emblemático club de fútbol porteño Boca Juniors (1995-2007) hasta la actualidad.

Por otra parte, la búsqueda de una empatía con la gente es otra de las características que han quedado patentes en las últimas apariciones de Fernández.

Con una personalidad arrolladora y capaz de movilizar a una parte importante de la población, la líder kirchnerista está llevando a cabo, según Rulicki, una “estrategia de victimización” a través de su mensaje emocional.

El experto hace referencia a su expresión facial asimétrica, centrado en las cejas, de lo que se traduce en la ciencia del análisis gestual “un fuerte indicio de puesta en escena”.

“La presidenta no siente sinceramente las emociones que intenta que el publico interprete o decodifique si no que hace que la emoción sea deliberada”, explicó Rulicki, en referencia a una de sus últimas apariciones públicas a la salida de los Tribunales y en las que tachó a la diputada argentina Margarita Stolbizer, con quien mantiene un litigio por “daños y prejuicios”, de “burra”.

Han sido varias las últimas apariciones públicas de la exmandataria en las que se la pudo ver bailando y arengando a sus militantes a hacer frente al actual Gobierno.

De estos bailes también se traduce, según la ciencia, el intento de mostrar públicamente “una seguridad que se contradice con la situación real” que atraviesa y que viene impuesta por los continuos requerimientos de la Justicia.

Una estrategia que para el especialista en comunicación no verbal se repite en los miembros de su Gobierno que se han visto salpicados por tramas de presunta corrupción y han achacado su situación a una persecución política.

“No expresan emociones concordantes porque no están siendo perseguidos”, enfatizó Rulicki.

Las consecuencias de capitanear un país tan pasional y de la magnitud de Argentina son, por tanto, claramente visibles a través de sus líderes.

Con políticas e ideologías antagonistas, hoy los principales analistas y consultores políticos del país coinciden en que pese a ser muy difícil comparar una gestión de ocho años con una de ocho meses, ambos líderes seguirán marcando la agenda en un país que vive en continua campaña electoral.

Macri tiene buenos índices de popularidad pese a las medidas de ajuste que implementó y en espera de que los anuncios sociales que ha realizado se materialicen.

Mientras, Fernández se recuesta en un núcleo duro kirchnerista debilitado y mucho descontento entre la población, con un peronismo con gran facilidad de regeneración que ya empieza a movilizarse de cara a los comicios legislativos del próximo año.


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