Navegaciones inclusivas, el sueño cumplido de una fundación argentina

Navegaciones inclusivas, el sueño cumplido de una fundación argentina

EFE | Cris Terceiro | Buenos Aires | 3 jul 2016

Con el río de la Plata de nivelador y único vínculo, un grupo de personas afronta el reto de participar en las “navegaciones inclusivas” de la Fundación Escuela Goleta del Bicentenario, un proyecto educativo que busca “integrar” a gente con desafíos especiales y “recuperar valores” olvidados por la sociedad.

La jornada arranca con una sesión formativa para garantizar que los nuevos grumetes conocen algunos conceptos básicos de navegación; único requisito, además de llegar “bien dormidos y con una comida simple” en el estómago, para embarcarse en esta aventura que una vez por mes surca las aguas del río de la Plata con una singular tripulación.

 

Personas con discapacidad, en riesgo de vulnerabilidad social, procesos de recuperación de adicciones o desequilibrios de la personalidad que, acompañados por miembros de la fundación y gente que quiere ayudarles en este proceso integrador, afronta esta vivencia “increíble”, “asombrosa” e “inusual” que ya suma 31 salidas.

“Hacer integración a través de la navegación. Esto es lo que nos define”, dijo a Efe Matías Paillot, representante argentino en las Paraolimpiadas de Sydney 2000 y una de las 21 personas que fundaron la Escuela Goleta del Bicentenario en octubre de 2010.

El rol de este deportista con espina bífida que empezó a navegar siendo solo un niño es fundamental en las travesías, pues muchos asistentes encuentran en él una voz amiga que les comprende.

“La oportunidad” pasa por “crear ese espacio” para la integración, apunta Paillot, pues considera que “con la simple acción de llevarlos a navegar se les ayuda a tener conciencia de que se puede crear un horizonte y una empatía diferente”.

“Yo lo resumo en dos palabras: Se puede”, señaló a Efe Román Pellejero, coordinador general de las navegaciones y otra de las caras visibles de la Fundación, que tras una vida dedicada a la Armada argentina como meteorólogo no dudó en unirse al proyecto en cuanto le convocaron.

Para Pellejero, con este tipo de iniciativas se profundiza en valores diluidos en nuestra sociedad como el trabajo en equipo, la cooperación y la comunicación; “que la persona hábil sea capaz de aceptar trabajar con alguien que tiene algún tipo de discapacidad y que habitualmente se suele auto excluir”.

Es, en definitiva, una cuestión de “responsabilidad” pues si la embarcación naufraga todos van por igual a la balsa salvavidas, agregó el meteorólogo, convencido de que esta experiencia “enriquece mucho”.

Las caras de satisfacción de los participantes en esta aventura náutica también se aprecian a simple vista. En las sonrisas, en las charlas distendidas y la “camaradería” que aflora entre los asistentes en solo unas horas de travesía.

Entre ellos se encuentran Mónica Mir y su hijo Facundo; un joven con “un retraso madurativo leve” que le ocasiona dificultades motrices.

Mir explicó a Efe que dio con la Fundación mientras buscaba una oferta educativa alternativa, más próxima a la naturaleza y que incorporase ciertos “valores” como el trabajo en equipo o el respeto “en una sociedad que es bastante competitiva y donde parece que el que no lo logra se queda fuera del sistema”.

Por todo ello, decidió subirse al barco con Facundo y la experiencia fue satisfactoria.

“Es bastante reservado pero uno tiene que leer el tipo de conductas que tiene, el comportamiento, si se pone o no se pone de mal humor, si colabora, si coopera y lo vi bastante entusiasmado”, aseguró la mujer, orgullosa de ver a su hijo haciendo de timonel, por lo que ya planea continuar la aventura con algún curso más extenso en la Fundación.

Este proyecto, declarado de Interés Cultural por la Secretaría de cultura de la Presidencia de la Nación, funciona gracias a más de 200 voluntarios, pequeñas donaciones de particulares, benefactores, así como a través del mecenazgo cultural que le brinda el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Estas aportaciones les ayudan en la construcción de un barco propio, el “Goleta Santa María de los Buenos Ayres”, una nave a vela diseñada por el reconocido arquitecto naval argentino Germán Frers y que, cuando esté terminada, constituirá el único barco de su tipo en Argentina y el único existente en Latinoamérica para uso civil.


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