‘Farruco’, un gallego que pervive

EFE | Cristina Terceiro | Buenos Aires | 16 sep 2015

La emigración gallega llegada a las zonas que baña el río de la Plata ha dejado su fiel impronta en la cultura local y en el idioma, donde todavía perviven restos de una forma de hablar “de transición” que mezcla términos de la lengua de Rosalía, del español y del italiano, y que ha sido bautizada como “Farruco”.
La convivencia durante las largas travesías en los barcos y el esfuerzo de los emigrantes instalados en América durante la gran ola migratoria de principios del siglo XX por aprender, lo más rápido y mejor posible, la considerada como lengua de prestigio en la época, el español de Buenos Aires, hizo brotar este curioso fenómeno que intercala elementos de la morfología y la sintaxis de estos idiomas.
El sainete criollo “Los óleos del chico”, del periodista y dramaturgo argentino Nemesio Trejo, es para el académico y profesor porteño, Óscar Conde, la obra que da oficialmente origen al término “Farruco”.
Como versión gallega de Francisco, el “Farruco” representaba en estos sainetes a un personaje “un poco arquetípico”, muy risueño y caricaturesco, que permitía a los ciudadanos porteños de principios del siglo pasado reconocerle fácilmente como gallego.
Conde señala, en una conversación con EFE, que toda la emigración gallega, “en mayor o menor grado, habló un farruco”, como el habla de transición individual que, en efecto, fue.
El bagaje cultural y la zona geográfica gallega exacta de la que proviniese el ciudadano era determinante a la hora de expresarse en esta variedad idiomática “de urgencia”.
Palabras “de total actualidad” como “barullo”, entendido en el español de Buenos Aires concretamente como “lío”; “rafa”, con el significado de “miseria”; o “chantar”, del gallego “plantar”, que da forma a expresiones populares como “chantar a alguien las cuarenta” en el habla coloquial porteña, son una breve muestra de los términos que se mantienen y que se usan de manera cotidiana.
Estas palabras con más de un siglo de historia en Buenos Aires “están absolutamente incorporadas” a la realidad lingüística de los rioplatenses, por lo que “parece raro que vayan a perderse”, asevera el especialista consultado.
Y, aunque hasta la fecha “queda todo por estudiar” sobre el “Farruco”, el verdadero hándicap de esta labor radica en la ausencia de “testimonios reales de gallegos tomados entre 1920 y 1930”, por lo que solamente cabe realizar una revisión exhaustiva de los textos literarios de aquellos tiempos para poder realizar una investigación lingüística fehaciente, apunta el lingüista argentino.
Para este estudioso del “Farruco”, es necesario volver a leer todos los sainetes en los que aparecen personajes gallegos, tal y como ya hizo en su día la investigadora argentina Marina Guidotti, y analizar los textos de escritores costumbristas en el periodismo popular de entonces, con el objeto de intentar encontrar “fuentes que lingüísticamente puedan ser más fiables”.
El propósito es localizar “la expresión oral de aquella época y hacer esa comparación” entre la interpretación del habla de los escritores y la lengua real de los “gallegos” de Galicia, de carne y hueso.
Pese a todo, para el académico argentino, el “Farruco” como habla de transición por definición “no puede haberse consolidado” como tal, pues considera que la única manera posible de que el “farruco” continuase existiendo en Buenos Aires de esa manera es “que siguiesen viniendo gallegos a Buenos Aires” a instalarse.
Para Conde, esta modalidad lingüística “sólo permanecerá (viva) en cuanto y en tanto los porteños sigamos recordando las letras de los tangos”, donde aparece “muchísimo”.
Al hablar de “Farruco”, es inevitable nombrar al “Lunfardo”, con quien comparte ciertas similitudes por ser otra jerga rioplatense nacida de la emigración, conformada en este caso con términos principalmente del italiano, y que era considerada como un argot de delincuentes propio de los barrios portuarios y más pobres de la ciudad.

 


Publicado en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *